BUCKINGHAMSHIRE, Inglaterra (Enviado especial).- El hospitality de Alpine armado a toda prisa durante el miércoles recibió a los miembros del equipo el jueves para la carrera “de casa”. Desde una terraza protegida del sol por una amplia sombrilla se prolonga el pasillo del paddock que, en Silverstone, por su contemporáneo diseño, es más amplio que en los otros circuitos europeos. Sentado allí, Franco Colapinto dominaba el techo de los dos camiones taller del equipo situados enfrente, aunque desplazados hacia la izquierda de la construcción, que en cada fin de semana da cobijo a VIPs, ingenieros en la sala de reuniones, habitaciones para los pilotos y la oficina de Flavio Briatore, el gran jefe.

El viernes por la mañana, sentado allí unos instantes, Colapinto tenía la mirada como perdida en un imaginario horizonte. Quizás se repetía una y otra vez lo que le había reconocido a los periodistas el día anterior: “Los viernes son especialmente importantes. Tenemos que entender cómo lograr rendimiento desde ese día, porque después estamos intentando encontrarlo hasta el sábado”.